La cuna de la administración científica fue la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Mecánicos (ASME, por sus siglas en inglés), fundada en 1880, de la cual Taylor era socio y llegó a ser presidente.

El movimiento se desarrolló en tres etapas:

ETAPA N°1
• Solución al “problema de los salarios”.
• Estudio sistemático del tiempo.
• Definición de tiempos estándares.
• Sistema de administración de tareas.

ETAPA N°2
• Ampliación del objetivo, de la tarea hacia la administración.
• Definición de principios de administración del trabajo.

ETAPA N°3
• Consolidación de los principios.
• Propuesta de división de autoridad y responsabilidades dentro de la empresa.
• Distinción entre técnicas y principios.
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DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA N°1

En las reuniones iniciales la Sociedad se concentró casi exclusivamente en el llamado problema de los salarios. Los sistemas de remuneración de la época (pago por día trabajado y pago por pieza producida) hacían que el trabajador creyera que su esfuerzo beneficiaba sólo al patrón. De esta forma, como regla general, los trabajadores no se desempeñaban de la manera que los ingenieros y los patrones consideraban adecuada.

En 1895, Taylor presentó a la Sociedad lo que se considera la primera obra de administración científica: A piece-rate system (Un sistema de remuneración por piezas). En ella, argumentó que la administración debería descubrir primero cuánto tiempo era necesario para que un hombre finalizara una tarea, dando lo mejor de sí. Y entonces podría establecer un pago por pieza, de modo que el trabajador se viera forzado a laborar lo suficiente para asegurar una remuneración razonable.

De acuerdo con Taylor, el camino para resolver el problema de los salarios era descubrir, de manera científica y exacta, la velocidad máxima a la que se podría realizar el trabajo. Su respuesta fue lo que él llamó “estudio sistemático y científico del tiempo”, que consistía en dividir cada tarea en sus elementos básicos y, con la colaboración de los trabajadores, cronometrarlos y registrarlos. En seguida, se definían tiempos estándares para dichos elementos. La principal razón por la que se inventó el estudio de los tiempos, del cual surgió la administración científica, fue la búsqueda de la precisión para definir el valor de los salarios. Posteriormente se percibió que el estudio de tiempos (y en seguida, tiempos y movimientos) permitía el perfeccionamiento del trabajo operativo, mediante la racionalización de los movimientos.
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DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA N°2

Con los años, la cuestión de los salarios pasó a un plano secundario, porque fue evidente que constituía sólo un aspecto de un contexto mucho mayor. En la segunda fase del movimiento de administración científica, el énfasis se trasladó de la productividad del trabajador hacia el perfeccionamiento de los métodos de trabajo. Dicha fase corresponde al estudio Shop management (Administración de operaciones), de 1903.

En Shop management, Taylor hizo lo que se convertiría en una distinción característica entre el hombre medio y el hombre de primera clase. Según Taylor, este último está altamente motivado y trabaja sin desperdiciar el tiempo ni restringir su producción. De manera ideal, tal persona debería ser elegida para la tarea que le fuera más apropiada y con estímulos financieros. Asimismo, un hombre de primera clase sería altamente ineficiente si le faltaran incentivos o si hubiera presiones en el grupo de trabajo para disminuir la producción.

En su obra, Taylor presenta su concepción de los principios de la administración de una empresa:
  • Selección y capacitación del personal
  • Salarios altos y costos de producción bajos
  • Identificación de la mejor manera de ejecutar tareas
  • Cooperación entre la administración y los trabajadores
Taylor también abordó otros aspectos en ese segundo trabajo, entre ellos la estandarización de herramientas y equipos, la secuenciación y programación de operaciones y el estudio de movimientos.
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DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA N°3

Las ideas del estudio Shop management se repitieron con palabras ligeramente diferentes en el libro Principios de administración científica, de 1911. En esta tercera obra, Taylor refuerza los principios de la administración científica:

1. Desarrollar una ciencia para cada elemento del trabajo, a fin de sustituir el viejo método empírico.
2. Seleccionar científicamente y después capacitar, instruir y desarrollar al trabajador que, en el pasado, elegía su propio oficio y se preparaba lo mejor que podía.
3. Cooperar sinceramente con los trabajadores, a fin de garantizar que el trabajo se llevara a cabo de acuerdo con los principios de la ciencia desarrollada.
4. Dividir en partes casi iguales el trabajo y la responsabilidad entre la administración y los trabajadores. La administración se encarga de realizar las actividades para las cuales está mejor preparada que los trabajadores, mientras que en el pasado casi todo el trabajo y la mayor parte de la responsabilidad recaía sobre la mano de obra.

Los Principios marcan la tercera fase de la administración científica. En ella, además de reafirmar las ideas ya expuestas, la administración científica amplió su alcance para recomendar cambios en las responsabilidades dentro de la empresa; el principal consistía en crear un departamento de planeación, al cual competería el trabajo, eminentemente intelectual, de estudiar y proponer mejorías en la planta de producción.

Los trabajadores y sus supervisores inmediatos debían ocuparse en exclusiva de la producción. Toda actividad cerebral debe retirarse de la fábrica y estar centralizada en el departamento de planeación, propuso Taylor.

También distinguió entre la filosofía y los mecanismos de la administración científica. Para Taylor, ésta era una revolución mental en la manera de hacer frente al trabajo y a las responsabilidades en relación con la empresa y los colegas. Una de las ideas fundamentales de la administración científica es que la productividad resulta de la eficiencia del trabajo y no de la maximización del esfuerzo.

La cuestión no es trabajar duro, ni de prisa, ni bastante, sino en forma inteligente. Hasta hoy esa idea no se ha mantenido del todo, pues aún hay quien considera que la productividad es mayor cuando las personas trabajan mucho y sin interrupción, o que el hombre es productivo cuando trabaja a la máxima velocidad. Esa creencia nada tiene que ver con las propuestas de Taylor y de la administración científica.