Durante la década de 1960, Herbert Simon hizo una contribución de gran importancia para el estudio del trabajo de los gerentes: administrar es sinónimo de tomar decisiones.


En esencia, toda acción gerencial tiene una naturaleza decisoria. Con este punto de vista, Simon aisló un aspecto del trabajo gerencial que ya habían abordado Fayol y Barnard, ampliándolo para su estudio.

Herbert Alexander Simon, economista, politólogo y teórico de las ciencias sociales estadounidense. En 1978 le fue concedido el Premio Nobel de Economía por ser uno de los investigadores más importantes en el terreno interdisciplinario y porque su trabajo ha contribuido a racionalizar el proceso de toma de decisiones.
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De acuerdo con Simon, el proceso de la toma de decisiones tiene tres fases:

I. Intelección o prospección: análisis de un problema o situación que requiere solución.

II. Concepción: creación de opciones de solución para un problema o situación.

III. Decisión: juicio y elección de una alternativa.

Simon distingue dos tipos de decisiones: las programadas y las no programadas.
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Las decisiones programadas

Son repetitivas y se toman de manera automática. Los hábitos, las rutinas, los manuales de instrucciones y operaciones estandarizadas son formas de tomar decisiones programadas.

Las decisiones no programadas

No disponen de soluciones automáticas. Lanzar nuevos productos, reducir la plantilla de funcionarios y cambiar la sede de la empresa son ejemplos de decisiones no programadas.

Para lidiar con las decisiones no programadas, Simon indica que los gerentes deben desarrollar su capacidad de juicio, intuición y creatividad. Estas habilidades permiten lidiar con la complejidad de una forma más eficiente de lo que lo hace la tendencia a la simplificación excesiva que caracteriza las decisiones programadas.
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